sábado, 6 de mayo de 2017

Ecuador: Una aceleración histórica (I)

A lo largo de la historia hay tiempos calmos, lentos, largos, en los que la sociedad parece inmóvil o los cambios son mínimos y aislados. Es como si el peso de la estructura social fuera tan grande que oprimiese con su inercia cualquier impulso de renovación. Pero hay otros períodos, los menos, en que la historia se dinamiza y conoce aceleraciones sorprendentes, que rompen la inercia habitual e impulsan a las sociedades hacia adelante.

Jorge Núñez Sánchez / El Telégrafo

En las dos últimas décadas, Ecuador ha vivido uno de estos períodos de aceleración histórica. En la primera de ellas, la búsqueda de renovación social y política motivó a la sociedad ecuatoriana a impulsar bruscas aceleraciones, que se expresaban en la elección de potenciales agentes de cambio, que luego resultaban inútiles y terminaban derrocados por el pueblo. Entonces, tras el momentáneo acelerón popular, la vieja estructura social volvía a imponer su inercia. Eso fue lo que ocurrió con Bucaram y Alarcón, con Mahuad y Noboa, con Gutiérrez y Palacio.

Pero en la segunda década la historia ecuatoriana cobró una dinamia impresionante y entró en eso que los físicos suelen llamar “un movimiento uniformemente acelerado”. Rompiendo los diques impuestos por la ‘democracia representativa’ y utilizando formas de ‘democracia directa’, la sociedad ecuatoriana se lanzó audazmente a la conquista de un horizonte de dignidad, equidad y justicia. La convocatoria a la Asamblea Constituyente de 2008 fue el punto de quiebre entre la vieja y la nueva historia ecuatorianas.

Luego, la aprobación de la nueva Constitución y varias elecciones o consultas populares ratificaron esa voluntad popular de transformar la vieja estructura política del Estado y renovar la estructura social.

Pero ese movimiento social no hubiera avanzado como lo ha hecho sin el liderazgo del presidente Rafael Correa Delgado. Él ha sido el conductor de la imparable locomotora revolucionaria, que, como el legendario tren blindado de Pancho Villa, ha ido construyendo su propia vía para avanzar hacia delante. Y esa vía construida ha sido el movimiento Alianza PAIS, que ha sabido convocar el apoyo sostenido de las masas populares para la Revolución Ciudadana. Diez años después de ese acelerón histórico, los resultados son ciertamente sorprendentes. Tenemos una formidable intercomunicación nacional, gracias a las nuevas vías, puentes, puertos y aeropuertos. Ha cambiado nuestra matriz energética, gracias a las nuevas hidroeléctricas. La red de represas multipropósito ha refrenado las inundaciones invernales y nos ha puesto a salvo de sequías.

Nuevos y modernos servicios públicos de salud, educación, vivienda y seguridad han elevado en todo el país el nivel de vida de la población. Los bonos de pobreza se han vuelto estímulos para el emprendimiento. Los salarios se han elevado sostenidamente y las amas de casa han sido puestas bajo la Seguridad Social. Los programas ‘Manuela Espejo’ y ‘Joaquín Gallegos Lara’ han extendido la protección del Estado hacia los más débiles. Y los terribles desastres naturales han sido afrontados con gran eficiencia y humanidad.

Labor todavía en marcha es la renovación del sistema educativo nacional. Se ha iniciado con nuevos sistemas de organización pedagógica y capacitación docente, construcción de una notable infraestructura para escuelas y colegios, creación de nuevas universidades, otorgamiento de becas y estímulos para el talento humano.

¡Solo las obras inauguradas en el último mes superan a las que antes se hacían en todo un gobierno!

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