sábado, 9 de enero de 2016

Perú: Humanizando la democracia

En este nuevo y enmarañado escenario político peruano, ¿tiene el Frente Amplio la posibilidad de consolidar una perspectiva política-jurídica-económica alternativa a la impuesta por más de 30 años en el Perú oleada y sacramentada en el auto golpe de Estado de 1992 cuya política constitucional del cuestionado régimen de facto persiste hasta la actualidad?  

Colectivo Vero por un Perú digno / http://verodignidad.blogspot.com/

La derecha peruana tiene definidas sus alianzas.
El rostro mercantil de la democracia en el Perú pareciera haber llegado a su estado de excelencia. La banalización de la vida política; la proliferación del sinsentido integral de todo tipo de existencia reduciéndola al intercambio de mercancías y la consolidación de la violencia institucionalizada nos demuestra el fin de un sistema de acumulación y consumo que no puede sostenerse sobre sus propios pies.  Es en este contexto en donde todo intento de cambiar, no solo el rostro inhumano, sino la completa estructura del sistema, son acusadas como enemigas del seudo sistema democrático. En el Perú a inicio de una compleja campaña electoral por el periodo 2016-2021, así como en medio de un contexto regional cambiante, en donde las alianzas y redes corporativas de la recalcitrante derecha tecnócrata que luchan por ganar terreno perdido deseando afianzar  el caduco y desacreditado sistema neoliberal, pareciera vislumbrarse la posibilidad de darle un giro trascendental al timón político - en el Perú - cambiando el piloto automático neoliberal por propuestas sensibles a las necesidades de las grandes mayorías y esto será la eterna pesadilla de la tecnócrata derecha congelada en trasnochadas elucubraciones históricas.
   

El único y exclusivo referente histórico del cual se vale la derecha neoliberal usado como arma demoledora contra cualquier esfuerzo anti-imperialista en el Perú  es el fugaz, pero no menos importante, periodo del General Juan Velazco Alvarado. Todas las coaliciones comunicativas en el Perú – al servicio de las grandes corporaciones inteligentemente ocultas detrás de todo protagonismo – se atrincheran armadas de opiniones en contra de todo intento de socialismo democrático a favor de devolverle la decencia a la política peruana. La confabulación comunicativa tiene claro asociar cualquier intento socialista con un régimen militar que intentó reivindicar al campesinado históricamente oprimido y recuperar la soberanía nacional de manos de las corporaciones norteamericanas. Para los grupos de poder en el Perú es más indignante la expropiación de tierras y nacionalización de recursos energéticos que políticas genocidas aplicadas en los regímenes de Alan García Pérez y Alberto Fujimori o escandalosas demandas por corrupción en el haber de candidatos como Alejandro Toledo, César Acuña y Daniel Urresti acusado del asesinato al periodista de la Revista Caretas Hugo Bustíos.

La política de la escasez, el atraso productivo y la fuga migratoria es atribuida a políticas sociales gestionadas al interior de gobiernos como en Bolivia, Brasil, Venezuela, Argentina y Ecuador quienes optaron por propuestas contrarias a las rutas impuestas desde Washington. Los regímenes de Ollanta Humala en el Perú y Michelle Bachelet en Chile ganaron el statu gobernativo valiéndose de las fuerzas progresistas para después claudicar ante las presiones de Washington, corporaciones financieras y grupos familiares de poder. Es así como siguiendo directrices del Pentágono y su lógica desarrollista financiera para las fuerzas tecnócratas no existe Nación sin extractivismo ni tratados de libre comercio. Para estos, todo principio contrario al inhumano dogma pragmático de  Friedrich von Hayek, los Chicago Boys, Milton Friedman y al infalible espíritu keynesiano es estigmatizado como terrorismo y conspirador del orden democrático y constitucional; consabidas falacias por siempre.  

En este nuevo y enmarañado escenario político peruano, ¿tiene el Frente Amplio la posibilidad de consolidar una perspectiva política-jurídica-económica alternativa a la impuesta por más de 30 años en el Perú oleada y sacramentada en el auto golpe de Estado de 1992 cuya política constitucional del cuestionado régimen de facto persiste hasta la actualidad?  

En medio del más obsceno escenario político jamás visto en la historia republicana en el Perú en donde todas las mascarás políticas definitivamente cayeron, es de carácter imperativo que las fuerzas políticas y sociales progresistas aquellas que se definen por la construcción de un orden democrático de rostro humano y no mercantilista apuesten por la creación de una Nación democrática al servicio del pueblo y no contra sus principios soberanos. A todas luces la coalición política en torno al Frente Amplio no es perfecta; ninguna fuerza política  lo es; pero no por ello deja de ser la alternativa a seguir. 

Sabemos el camino de los tecnócratas; los oscuros senderos desestabilizadores de los grupos de poder. Aquellas fuerzas que concentran la cadena productiva, comercializadora y financiera las cuales están dispuestas a todo con tal de seguir controlando las corroídas instituciones del  Estado. Conocemos los manuales desestabilizadores de regímenes democráticos opuestos a Washington. Paraguay, Venezuela, Haití y Argentina fueron y siguen siendo víctimas de la más desencarnada campaña a favor del régimen del Capital corporativo opuesto a los derechos fundamentales del ciudadano y ciudadana de a pie. Desde la posibilidad de cambio desde el Perú, el Frente Amplio representada en la figura de Verónika Mendoza esta transitando caminos de transparencia jamás aplicados en proceso electoral alguno en 200 años. Estamos viviendo nuevos tiempos en donde métodos democráticos de participación ciudadana desde la elección de las representaciones pre-electorales hasta la elección de listas congresales este próximo 10 de enero de 2016 cuestionan la lógica antidemocrática de procesos pre y electorales llevados adelante por los grupos de poder favorecidos por las agencias encuestadoras y medios de comunicación en general. Todas estas escuálidas expresiones de nuestra débil democracia  tienen como base de principios la destrucción del ser humano y el mundo que nos rodea en aras de la perpetuación del poder en manos del 1% de la población mundial.

Como lo reflexiona el teólogo brasileño Leonardo Boff: “Hay un hecho indiscutible y desolador: el capitalismo como modo de producción y su ideología política, el neoliberalismo, se han sedimentado globalmente de forma tan consistente que parecen hacer inviable cualquier alternativa real. De hecho, ha ocupado todos los espacios y alineado casi todos los países a sus intereses globales. Desde que la sociedad pasó a ser de mercado y todo se volvió oportunidad de ganancia, hasta las cosas más sagradas como los órganos humanos, el agua y la capacidad de polinización de las flores, los estados, en su mayoría, se ven obligados a gestionar la macroeconomía globalmente integrada y mucho menos a servir al bien común de su pueblo… El grado de irracionalidad y también de inhumanidad habla por sí mismos. Vivimos tiempos de barbarie explícita”. [1]

Por lo referido, desde una visión políticamente vigilante, atenta a no repetir crasos errores del pasado; los diferentes frentes progresistas, aquellos del rostro democráticamente humano, tienen la oportunidad y responsabilidad de ser alternativa ante los deseos de perpetuar el modelo económico basado en la depredación ambiental y la acumulación de riquezas fieles a desquiciadas teorías mercantilistas. Teorías que transformaron el sentido del buen vivir en una simple lógica de intercambio de mercancías a nivel global en donde el ser humano es uno de sus principales productos de especulación. El Perú tiene la oportunidad de construir una historia política basada en la decencia. Integridad en contra de todo intento de banalización y mercantilización de las relaciones sociales, de comercio y producción. Es tiempo de entender que lo que está en juego es algo más que pragmáticas, ilusorias e inentendibles cifras de crecimiento; está en juego la calidad de nuestras vidas, de nuestras familias y el planeta en su conjunto.

Es así como la tierra de todas las sangres de José María Arguedas está harta de infames libretos de rostros inhumanos. Patético escenario en donde la necesidad de los humildes - históricamente privados de sus derechos - es transformada cada cinco años en motivo de insensible millonaria campaña de negocios de índole electoral y de la repartija de inservibles curules congresales. Lo infame de esta historia es que a este vil juego lo siguen llamando “Democracia”. No será simple redireccionar la lógica de poder para pocos en una de servicio para muchos. Los movimientos progresistas sociales y políticos en el Perú no descansaran hasta lograr reivindicar sus derechos violados sistemáticamente. El descontento de la población sobre la especulación mafiosa de las candidaturas líderes en las encuestas solo nos demuestra que propuestas como el Frente Amplio y la convicción de transformar horizontal y humanamente el Perú vienen creciendo en el corazón del pueblo más allá de engañosas encuestas y trasnochadas opiniones periodísticas.

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