sábado, 28 de febrero de 2015

México: Tragedia y farsa. Nuevamente la violencia de Estado

Los recientes hechos de violencia en el estado de Guerrero, son sólo una más de las múltiples expresiones represivas del Estado, que temeroso de la organización popular recurre a la fuerza para imponer su voluntad y mantener su dominio. No hemos cumplido los cinco meses de la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, y la nota sangrienta, vuelve a ocupar nuestras plumas e indignar nuestros corazones.

Cristóbal León Campos / Especial para Con Nuestra América
Desde Yucatán, México.

Hace ya más de siglo y medio de que Carlos Marx escribió una de sus más celebres obras intitulada “El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte”, en la cual, analizó la revolución francesa de 1848-1851 y desarrolló de forma más acabada los principios fundamentales del materialismo histórico; la teoría de la lucha de clases y de la revolución proletaria; la doctrina del Estado y de la dictadura proletaria. En esta obra, Marx decretó de manera categórica y trascendente para todo su pensamiento posterior, el hecho fundamental de que el proletariado tiene como condición inevitable para su desarrollo pleno que destruir la maquinaria con que funciona el Estado burgués.

En la misma obra, planteó una de sus frases más célebres: “La historia se repite dos veces. La primera como tragedia, la segunda como farsa”. Ejemplo de su lectura crítica de Hegel, dos palabras resaltan en estos momentos de la frase en forma particular: tragedia y farsa.

Para nadie en México son ajenas las trágicas condiciones en que millones de personas viven a diario; la extrema pobreza, el analfabetismo, la discriminación y racismo, junto a la explotación laboral, laceran toda posibilidad de desarrollo de las clases desposeídas, no es un secreto, que literalmente cientos de personas son despedidos y arrojados a la extrema pobreza por un sistema que en su naturaleza lleva tatuado como sello distintivo la frase “inhumano”.

La farsa en que han convertido nuestra realidad a través de los medios de comunicación, que cómplices de los poderos reducen nuestras vidas a simples personajes de telenovela, donde se nos dicta como sentencia bíblica el papel y el rol que cada uno de nosotros debe jugar en el concierto social, únicamente dependiendo de clase a la que pertenezcamos. Los moldes perfectamente confeccionados deben ser rellenados por los individuos de manera acrítica, salirse de los esquemas establecidos, es sin duda, una ofensa mayor que el órgano regulador del poder: el Estado, debe detener a toda costa, siendo la violencia el modo más brutal y más recurrido en la historia. Así lo fue la Inquisición, así lo es hoy, la criminalización de la protesta social y de la organización de los de abajo para defender sus derechos y luchar por mejores condiciones de vida.

Los recientes hechos de violencia en el estado de Guerrero, son sólo una más de las múltiples expresiones represivas del Estado, que temeroso de la organización popular recurre a la fuerza para imponer su voluntad y mantener su dominio. No hemos cumplido los cinco meses de la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, y la nota sangrienta, vuelve a ocupar nuestras plumas e indignar nuestros corazones.

La represión sobre los maestros de Guerrero, el asesinato de Claudio Castillo Peña, maestro jubilado, que falleció la madrugada de hoy (25 de febrero), a causa de la golpiza propinada por la policía federal, son nuevamente la reaparición de la tragedia como farsa de la que Marx habló. NO hay que taparse los ojos, lavarse las manos ni golpearse el pecho. Esto nos es más que un crimen de Estado, una represión sistemáticamente planeada, que se acompaña de las mentiras transmitidas en prensa, radio, televisión e internet. No bajen sus puños los luchadores de “perfomance” ni los intelectuales “puros”.

Guerrero es la llaga trágica de la farsa real de nuestro México, es la expresión de la injusticia consumada en violencia, es el dolor de una nación que en horario estelar ve masacrar sus derechos y sueños y se acuesta soñando con poseer materialmente lo que en nada satisface su más sublime necesidad humana. Guerrero es en suma, nuestra historia patria negada, es Ayotzinapa, Tlatelolco, Oaxaca, Atenco, Aguas Blancas, Chiapas, y muchos pero muchos más.

La violencia de Estado, es el baile que los cerdos celebran deliberadamente, es su banquete donde sedientos de impunidad, juegan con las vidas como si arrojaran el cubilete esperando ver quién gana.

Desde esta tribuna exigimos castigo a los culpables de asesinato y reclamemos la liberación inmediata de los detenidos. Guerrero como todo México está en pie, sostenido por quienes construimos esta sociedad y la hacemos avanzar, invertir el orden de cosas como planteara Marx en el “El Dieciocho Brumario”, es en sí, el inicio del fin de la farsa y la tragedia.

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