sábado, 10 de mayo de 2014

Guatemala: Claudia, partida con gloria

Lo que la derecha en el país no le perdonó  ni le perdonará a la exfiscal Claudia Paz, fue el haber llevado a juicio a algunos de los responsables de los crímenes de lesa humanidad del período del conflicto interno. Y particularmente al más notable de ellos, Efraín Ríos Montt.

Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México

La exfiscal guatemalteca Claudia Paz.
No pude publicar estas líneas la semana pasada cuando hubiese sido más oportuno.  El feriado que aproveché para asistir a la marcha del primero de mayo  en Guatemala, lo impidió. Recordé cómo los dos años anteriores mis compromisos académicos me ubicaron en Honduras y tuve la oportunidad de marchar en las calles de Tegucigalpa y escuchar a Xiomara Castro y a Mel Zelaya. Esta vez al desfilar con el contingente de la Escuela de Historia de la USAC,  pude ver emocionado cómo jovencitos y jovencitas se pararon frente al lugar doloroso en el cual Oliverio Castañeda de León fue asesinado hace ya más de 35 años.  Y también con emoción escuché los gritos que combativos evocaron a aquel muchachito de 22 años que se ha vuelto un símbolo de heroísmo.

Y también  pensé en aquellos momentos  en que la Comisión de Postulación al dar  la lista final de 6 candidatos -entre los cuales el presidente Pérez Molina  habría de elegir al nuevo Fiscal General-, había eliminado a una mujer extraordinaria: Claudia Paz y Paz.  Claudia declaró que se sorprendió al quedar eliminada de la lista final.  Yo no me sorprendí y las personas con las cuales hablé en los días previos a la noticia,  tampoco resultaron sorprendidas. El prestigio de Claudia es tan grande en Guatemala y en el campo internacional, que según se dice, había que quitarle al presidente  la responsabilidad de no nombrarla. Razones para  que la hubiese elegido sobraban. La gestión de Claudia Paz y paz fue eficiente. Desde el principio el narcotráfico fue prioridad fundamental de su gestión y  visibles los resultados  del combate a los Zetas y a los capos locales de la droga (Guayo Cano, Juan Ortíz, Los Lorenzana), al contrabando, pandillas y otras formas del crimen organizado; se mejoró notablemente la  evaluación de los fiscales y las agencias del Ministerio Público,  y la productividad de los primeros se elevó significativamente en el último año.

Lo que la derecha en el país no le perdonó  ni le perdonará, fue el haber llevado a juicio a algunos de los responsables de los crímenes de lesa humanidad del período del conflicto interno. Y particularmente al más notable de ellos, Efraín Ríos Montt. Este juicio no solamente fue importante porque enjuició a una de las cabezas del genocidio, sino porque la fiscalía lo acusó de tal delito y el tribunal encabezado por otra gran mujer, Yassmín Barrios, lo encontró culpable. Por ello no importó que los méritos académicos, profesionales y humanos de Claudia la hubiesen llevado a la segunda  calificación más alta, tampoco importó que la entrevista que le hizo la referida comisión postuladora hubiese sido muy buena,  y que la misma comisión reconociera su honorabilidad. A mi parecer  desde el momento en que la Corte de Constitucionalidad acortó su período, estaba claro que el establishment la iba a marginar.

Como alguna vez lo pregonó un editorial del periódico mexicano La Jornada, Claudia  fue una fiscal incómoda para los grandes poderes en Guatemala.

Su partida es por ello, con gloria.

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