sábado, 3 de mayo de 2014

Dos notas sobre la crisis política en Venezuela

La crisis política que atraviesa Venezuela ha pasado a punto intermedio después del pacto entre el gobierno bolivariano y la oposición para mantener la paz social y política del país. Pero bien sabemos que todo lo acontecido en estos últimos tiempos no ha sido un fenómeno de la naturaleza ni del azar, sino que fue perpetrado desde los cuarteles del poder mediático en connivencia con la cónclave opositor al presidente Maduro.

Maximiliano Pedranzini* / Especial para Con Nuestra América
Desde Misiones, Argentina

El gobierno y un sector de la oposición mantienen
el diálogo por la paz social en Venezuela.
I. La construcción de la crisis

Reflexionar sobre los recientes acontecimientos en Venezuela, nos lleva a situar esta cuestión en un marco político-ideológico necesario para comprender el eje de esta situación que pone en jaque al gobierno del presidente Nicolás Maduro, pero esencialmente a la democracia venezolana.

La tradición golpista que caracterizó a la Latinoamérica del siglo XX encabezada por las fuerzas armadas ha sido reemplazada por el denominado “golpe blando”, acuñado por el filósofo estadounidense y asesor de la CIA Gene Sharp, cuya lógica consiste en derrocar gobiernos constitucionales a través de la “no violencia como técnica de acción política”, sustituyendo al aparato militar por la manipulación mediática y la formación de opinión pública, teniendo como nuevo protagonista a los medios de comunicación que, -como dice Noam Chomsky- son fabricantes de consenso.

En este nuevo contexto, el poder mediático se ha encargado de construir el escenario de crisis que atraviesa la democracia venezolana y cuya fuerza de choque para desgastar al gobierno de Maduro está compuesta por civiles utilizados como carne de cañón por la ultraderecha, siendo el mascarón de proa de la minoría golpista. La escalada definitiva de este plan desestabilizador tiene como objetivo la intervención norteamericana. Algunos ejemplos ilustran la historia reciente de nuestra región, cada uno con sus particularidades como fuesen Honduras y Paraguay y otros tantos que no llegaron a consumarse.

Una crisis construida y sobredimensionada por los medios hegemónicos se encarna en la conciencia de una parte de la sociedad que profundiza su odio de clase contra la revolución bolivariana, en el que la existencia de una comunicación alternativa no es suficiente para contrarrestar la virulencia del discurso dominante. Ergo, en una década y media de reformas políticas y económicas trascendentales para un pueblo históricamente desclasado demuestra lo lento y complejo que pueden resultar ciertos procesos revolucionarios en el que los sectores que dominan el poder real no van a dar el brazo a torcer y mucho menos darse por vencido en una batalla que saben pueden ganar, sea en Venezuela, Bolivia o cualquier otro país de la Patria Grande.

Sin embargo, la contradicción con la oligarquía pro-imperialista se agudiza y esto genera las condiciones para la ejecución de un “golpe blando” que sólo se puede impedir con el apoyo de las fuerzas populares en las calles y así defender la revolución bolivariana que supo iniciar Hugo Chávez.

II. Review de la crisis venezolana

La crisis política que atraviesa Venezuela ha pasado a punto intermedio después del pacto entre el gobierno bolivariano y la oposición para mantener la paz social y política del país. Pero bien sabemos que todo lo acontecido en estos últimos tiempos no ha sido un fenómeno de la naturaleza ni del azar, sino que fue perpetrado desde los cuarteles del poder mediático en connivencia con la cónclave opositor al presidente Maduro, creando un clima de conspiración que habita por estas horas en todo el territorio venezolano y que obedece a una multiplicidad de factores, tanto internos como externos. Este último espera apacible en el norte imperial esperando el momento para arrojarse a una hipotética invasión bélica.

No obstante, la derecha ha demostrado históricamente no tener ese poder de movilización que caracteriza a los sectores populares, pero intenta captar la lógica de estos circuitos de movilización y para ello es necesario apropiarse de los símbolos de los sectores más progresistas. Disputar sus símbolos para incorporarse plenamente a las protestas organizadas por el establishment. Es más sencillo para los sectores antipopulares disfrazarse de algo aún más radicalizado, lo que se encuentre más a la izquierda de la órbita planetaria para no sentir el pánico ni el temor de ser parte de los que odian al pueblo. Deben mimetizarse para no expresar su verdadera naturaleza ideológica y de clase. Con esta derecha explícita, lo que los termina uniendo es su oposición a los gobiernos populares, pero que intentan diferenciarse de ella por medio de una retórica embelesada por el vocabulario básico del marxismo.

Sin embargo, pese a observar muchos avances cualitativos en casi 15 años de revolución bolivariana, hay cuestiones estructurales que evidentemente no han sido atendidas y que mellan en la realidad política actual.

La contradicción latente con la oligarquía pro-imperialista en este contexto democrático, ha impedido profundizar aspectos claves como la diversificación de su economía, el control estatal del mercado interno y la producción de bienes de consumo, pese a seguir manteniendo el monopolio del petróleo como principal recurso estratégico y sosteniéndose en dos pilares fundamentales: la política estatal y el amplio apoyo popular.

Los desafíos de la democracia venezolana parecen franquear nuevamente los senderos oscuros de la sospecha y los “fiscales de la libertad de expresión” bajan los lineamientos procedimentales para desgastar a un gobierno legitimado por la voluntad popular desde 1999 con el comandante Hugo Chávez a la cabeza.

En este sentido, el poder económico confronta con el Estado y genera las condiciones para la ejecución de un “golpe suave”, sacando ventaja de las debilidades del gobierno bolivariano. Pero como decía el libertador Simón Bolívar en su discurso a los pueblos del Río de la Plata, desde el Cuartel General de la Angostura, el 12 de junio de 1818: “La República de Venezuela, cuando, cubierta de laureles, haya extinguido los últimos tiranos que profanan su suelo, entonces os convidará a una sola sociedad, para que nuestra divisa sea unidad en la América Meridional”. Una máxima que en estos tiempos ha sido interpretada de manera extraordinaria por el gran “Comandante de Nuestra América”.


* Ensayista. Integrante del Centro de Estudios Históricos, Políticos y Sociales “Felipe Varela”, de Argentina.

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