sábado, 5 de abril de 2014

Costa Rica: frente al precipicio, dar un paso al frente

Costa Rica es el país de América Latina en el que más ha crecido la desigualdad en el último año. Otrora señalada en el continente por lo contrario, hoy tres décadas de políticas neoliberales dejan su impronta.

Rafael Cuevas Molina / Presidente AUNA-Costa Rica

Revertir el rumbo neoliberal de Costa Rica:
el desafío del candidato Luis Guillermo Solís.
No ha habido un estallido social porque el país aún vive de las rentas de su pasado: existen instituciones amortiguadoras de la debacle que, aunque ellas también seriamente afectadas, amortiguan la caída libre. Las principales, la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS) y  el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), que produce y distribuye energía y ofrece servicios de telecomunicaciones.

Hace tres años, cuando estalló la etapa más aguda de la crisis europea, algunos proclamaron la muerte el neoliberalismo. Se decía que este había mostrado sus límites, ya no era funcional ni siquiera para la acumulación capitalista, y se derrumbaría de un día para otro.

La realidad nos ha mostrado otros escenario: el capitalismo se recompone de su crisis dando una nueva vuelta de tuerca profundizando y extendiendo aún más el ajuste; despoja a los trabajadores de sus derechos, echa sobre los hombros de la población el pago de la crisis, apoya y estimula al capital financiero y concentra aún más la riqueza. Ante el malestar y la indignación ciudadana, criminaliza la protesta; cuando le conviene, se salta olímpicamente los mecanismos de la democracia e impone primeros ministros y presidentes. Ha transformado a los medios de comunicación en un arma a su servicio.

La receta es universal. No se trata solo de Europa, sino se sigue ofreciendo como panacea para crecer y salir de la crisis en todo el mundo, y solo se atreven a desafiar las recetas del FMI los países en donde prevalecen gobiernos progresistas o de izquierda, como los que existen en América Latina que no son, ni lejanamente, todos.

Costa Rica está en la lista de los que ha seguido apostando no solo por seguir sino, además, profundizar el modelo que muestra, a las claras, signos de agotamiento. La señora Presidenta, Laura Chinchilla, y su ministra estrella, doña Anabelle González, ministra de Comercio Exterior, insiste en una serie de medidas que apuntan en esa dirección.

En primer lugar, proponen una reforma fiscal que echa la carga sobre los trabajadores, como ha sucedido especialmente en España, Grecia, Italia e Irlanda pero, en general, en toda Europa. Al igual que en esos países, se aduce que el desbalance de las finanzas públicas se debe a los “privilegios” de los trabajadores y propone recortarlos. Divulga y crea opinión favorable en torno a esta posición el diario La Nación, quien titulariza un día sí y otro también, sobre las “nefastas” consecuencias de las convenciones colectivas, las pensiones, y los salarios. Nada dice, claro está de las millonarias exenciones a las compañías trasnacionales, de los capitales golondrina que llegan, lucran y se van.

Se lamentan las dos señoras, también, de no tener más tiempo para concluir procesos internacionales que inscriben al país en la internacional del neoliberalismo. Se trata de la aceptación de Costa Rica en la OCDE y la Alianza del Pacífico.

La señora González, en entrevista publicada por el semanario El Financiero, el domingo 30 de marzo, se dolía de no haber culminado la incorporación del país a la Alianza del Pacífico,  con vistas a integrarse posteriormente al Tratado Trans Pacífico (TPP), que le abriría los mercados –según ella- del sureste asiático.

Por su parte, la aún presidenta Laura Chinchilla, misma que dejara su puesto el próximo 8 de mayo, pidió en Panamá -en donde se realiza el Foro Económico para Mundial sobre América Latina-, a sus colegas presidentes, que por favor presionaran al nuevo presidente costarricense para que culminara con éxito el ingreso de sus país a la OCDE.

Claro está que los presidentes asistentes apoyaron jubilosos la propuesta de la señora Chinchilla. ¿No habrían de hacerlo Otto Pérez Molina de Guatemala, Enrique Peña Nieto de México, Ricardo Martinelli de Panamá u Orlando Hernández de Honduras?

No cejan, pues, los neoliberales costarricenses en su afán, aunque los indicadores muestren las heridas que están dejando en el organismo social. Son tercos y prepotentes, como lo ha mostrado la señora Chinchilla en sus cuatro años de gobierno que, afortunadamente, culminarán próximamente, en los cuales ha descalificado, regañado y vilipendiado a todo el que no ha estado con ella y sus propuestas.

Queda al nuevo gobierno, cuyo presidente se elige el domingo 6 de abril, la oportunidad de enderezar el rumbo.

1 comentario:

Leda Mendez dijo...

Dejar de ver a esas señoras no tiene precio.