sábado, 19 de mayo de 2012

Guatemala: Ellas, un símbolo

Santa Cruz Barillas, el ejército y una transnacional; el poder represivo y el capital extranjero. Una fotografía como discurso, como una denuncia: las mujeres jóvenes, indígenas, que ven a través de las rendijas del portón de madera son más que ellas: son un símbolo.

Rafael Cuevas Molina / Presidente AUNA-Costa Rica

Fotografía de Simone Dalmasso, Plaza Pública (Guatemala)

Hay una foto de Simone Dalmasso  publicada en la página de Internet  de Plaza Pública (www.plazapublica.com.gt): tres mujeres atisban por las rendijas de una puerta en el pueblo de Santa Cruz Barillas, en el altiplano guatemalteco. Afuera están los soldados y los policías que han ocupado el pueblo desde hace ya más de dos semanas.

Miran con cuidado, en silencio, no sea que las descubran  y tengan que enfrentarse al enojo de los que ahora vigilan y castigan en las calles en las que jugaron de niñas y que ahora recorren diariamente.

Son tres mujeres  jóvenes que tal vez no alcanzaron a vivir, afortunadamente, lo que sus padres y sus abuelos, en los años 80, cuando las hordas desatadas de ese  mismo ejército que hoy deambula  por su pueblo arrasó prepotente con lo que consideraba era el agua en el que vivía el pez llamado guerrilla: el pueblo.

Son, además, indígenas, que casi es lo mismo que decir sobrevivientes no de uno ni de dos, sino de varios holocaustos que han buscado borrarlos de la faz de la tierra en donde habitan desde hace más de 3000 años. Y a todo resistieron de mil formas, igual que ahora, con palos y piedras y trampas para animales y haciéndose los tontos, los que no entendían qué les decían, fingiéndose tullidos o enfermos o discapacitados. Así como sus antepasados las tres mujeres vigilan en silencio al enemigo y resisten, tras la puerta, en el bosque, en cualquier lugar en el que puedan depositar su humanidad permanentemente diezmada por los ejércitos que defienden, siempre e invariablemente, a los otros, a los que no son del pueblo, a los que están afuera.

Ahora los de afuera es una compañía transnacional española que quiere utilizar el río de la comunidad para hacer una hidroeléctrica. El río en donde hacen sus rituales, el río en donde se solazan. Llegó la compañía y se comportó con la prepotencia propia de los que se saben respaldados por el gobierno y sus órganos represivos: atemorizó a la gente, quiso obligar a que le vendieran tierras, contrató matones y alejó a todos del lugar que había escogido para construir su proyecto.

Las mujeres jóvenes, indígenas, que ven a través de las rendijas del portón de madera son más que ellas. En primer lugar, son una voz de alerta, una clarinada que debe poner a todos sobre aviso para que no se repitan los años del terror y la represión. Hay aprensión sobre esto en el país porque quien está en la presidencia de la república es un miembro del ejército que participó directamente en la guerra contrainsurgente. Partiendo de ello, el exgeneral Pérez Molina debería ser extremadamente cuidadoso a la hora de ordenar este tipo de operativos.

En segundo lugar, estas mujeres que miran, escondidas, lo que sucede al otro lado del portón, son un símbolo; sí un símbolo de la Guatemala que no logra sacar cabeza y respirar otros aires que no sean los del miedo, el cuchicheo y la violencia.

Es una foto que nos dice tanto. 

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