sábado, 14 de abril de 2012

Tiempos latinoamericanos

Llegará el momento en que, necesariamente, tendremos que mirar en estos tiempos latinoamericanos todo lo que tienen de creación heroica en medio de sus inevitables imperfecciones, y sabremos valorar la luz de esperanza que nuestro continente  todavía es capaz de enviar a un mundo en tinieblas.

Andrés Mora Ramírez / AUNA-Costa Rica

Mélenchon, candidato del Frente de Izquierda de Francia,
afirma que América Latina es su fuente de inspiración.
En París y en Washington han resonado, por estos días, voces y acciones que reivindican a América Latina, en sus experiencias y caminos diversos, en medio de la crisis del sistema capitalista que mantiene en ascuas a Europa y los Estados Unidos.

Las palabras del candidato del Frente de Izquierda de Francia, Jean-Luc Mélenchon, y de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, separadas por las distancias geográficas y los contextos particulares, se unen para resaltar el nuevo papel que cumple América Latina, y que se reconoce a nivel internacional, como referente en la construcción de alternativas posneoliberales y de un mundo multipolar, contrario a los empeños hegemonistas de algunas potencias.

En una entrevista exclusiva concedida al periódico argentino Página/12, el líder de la izquierda francesa y tercero en intención de voto para las elecciones presidenciales de finales de abril, aseguró que en las nuevas realidades latinoamericanas encontró fuentes y modelos para su proyecto político.

“Me inspiro mucho en la tradición revolucionaria de América Latina”, reconoció Mélenchon, un dirigente que ha estudiado con detenimiento los procesos políticos de nuestra región para extraer lecciones aplicables a la coyuntura francesa, como él mismo lo explica: “el modelo que puedo evocar es el Frente Amplio de Uruguay. Para mí fue una fuente de inspiración, desde hace muchos años. La revolución ciudadana es un proyecto federador porque incluye la idea del poder ciudadano. Esa palabra permitió hacer converger tradiciones revolucionarias muy distintas. Pues bien, esa idea la tomé de Ecuador. La manera de enfrentar el sistema de los medios de comunicación la tomé de Néstor y Cristina Kirchner”.

Por su parte, en una gira oficial a los Estados Unidos, la presidenta Rousseff  dejó claro que Brasil está dispuesto a ejercer sin complejos de ningún tipo su liderazgo hemisférico: en Washington, primero en su reunión con el presidente Obama y luego ante diplomáticos y funcionarios norteamericanos, la mandataria exigió el fin del bloqueo a Cuba, rechazó las sanciones impuestas a Irán por el desarrollo de su programa nuclear y, además, criticó fuertemente la política monetaria estadounidense de baja de las tasas de interés  y compra de bonos, pues sostiene que “ha inundado de liquidez a Brasil y ha provocado un alza del real, lo que hace menos competitivas a las exportaciones del país sudamericano”.

Y en su discurso en la Universidad de Harvard, Rousseff resaltó el cambio experimentado por América Latina en los últimos años, lo que la convierte hoy en “un orgullo para el mundo tras décadas de problemas muy serios”, gracias a que se han puesto en práctica programas de redistribución de la riqueza –en una época de alto crecimiento económico-, reducción de la pobreza y la desigualdad, y a que buena parte de los países latinoamericanos, como Brasil, pusieron fin a sus relaciones de subordinación a organismos como el Fondo Monetario Internacional y así recuperaron la soberanía en la conducción de la política social y económica.

Coincidiendo con la visita de la presidenta a Harvard, y en lo que constituye un gesto inequívoco de la nueva orientación de las políticas sociales progresistas, en Brasilia se informaba que, durante los próximos cuatro años, se otorgarán 100 mil becas para que estudiantes universitarios completen su formación en las mejores universidades del mundo: 75 mil de esas becas serán dadas por el Estado brasileño.

Es cierto que el planeta vive tiempos difíciles y que la crisis civilizatoria pende como una amenaza fatal sobre el futuro de la especie humana; y es cierto, también, que enfrascados como estamos en la guerra política –que se extiende ya por más de 10 años- declarada por las derechas criollas, sus empresas de comunicación y sus aliados internacionales a los procesos de cambio, a los gobiernos progresistas y a los movimientos sociales nuestroamericanos, pocas veces es posible reflexionar y mirar en perspectiva histórica la magnitud y la importancia de los transformaciones que vivimos en este siglo XXI. Pero llegará el momento en que, necesariamente, tendremos que mirar en estos tiempos latinoamericanos todo lo que tienen de creación heroica en medio de sus inevitables imperfecciones, y sabremos valorar la luz de esperanza que nuestro continente  todavía es capaz de enviar a un mundo en tinieblas.

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