sábado, 7 de mayo de 2011

América Latina tampoco debe olvidar

Los militares y paramilitares responsables de los miles de asesinatos en América Latina han sido, en su mayoría, recompensados como lo ha sido el asesino de bin Laden. Para algunos de ellos, la recompensa ha sido la impunidad; el poder jactarse, incluso, de lo hecho, sin que caiga sobre ellos el peso de la ley.

Rafael Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica

rafaelcuevasmolina@hotmail.com

Una de las muchas discusiones que han desatado los recientes acontecimientos vinculados a Osama bin Laden ha sido el que se le “ajusticiara”, es decir, que se le asesinara a sangre fría sin que mediara un juicio al que todos, independientemente de la gravedad de los hechos que se le achaquen, tienen derecho.

Centrados en estos acontecimientos, de memoria corta como solemos ser los latinoamericanos, olvidamos que los Estados Unidos han utilizado este método desde hace mucho tiempo y contra nosotros mismos, cuando su enemigo mortal no era el terrorismo sino el comunismo.

En efecto, ¿qué otra cosa son, si no, los miles de asesinados y desaparecidos que a lo largo y ancho de América Latina permanecen, en su inmensa mayoría, sin que se sepa el lugar en donde yacen sus restos? Ellos fueron víctimas de la política de seguridad nacional impulsada desde Washington en las décadas del 60, 70 y 80 del siglo pasado, solo que los ejecutores no eran, las más de las veces, los Estados Unidos mismos, sino las Fuerzas Armadas de los distintos países latinoamericanos.

Pero las fuerzas de élite de esas Fuerzas Armadas “nacionales” eran adiestradas, militar e ideológicamente, en instituciones norteamericanas especialmente concebidas para formar cuadros que combatieran al enemigo comunista, al enemigo subversivo. Para nadie es desconocido el nombre de la Escuela de las Américas, que funcionó en las instalaciones norteamericanas del Canal de Panamá, en donde se formo la élite de la contrainsurgencia de los ejércitos de la región.

Adiestrados como máquinas de matar, los cuadros militares graduados en esta escuela aplicaron a miles el método de ajusticiamiento que, hoy por hoy, le han aplicado a Osama bin Laden, solo que en nuestro caso se trata de miles de personas, de familias enteras que fueron borrados de la faz de la tierra.

Los militares y paramilitares responsables de los miles de asesinatos en América Latina han sido, en su mayoría, recompensados, como lo ha sido el asesino de bin Laden. Para algunos de ellos, la recompensa ha sido la impunidad; el poder jactarse, incluso, de lo hecho, sin que caiga sobre ellos el peso de la ley. En Guatemala, por ejemplo, el General Efraín Ríos Montt, responsable de un verdadero genocidio llevado a cabo a inicios de los años 80, ha sido candidato presidencial y presidente del Congreso de la República. El General retirado Otto Pérez Molina, graduado de la Escuela de las Américas, que durante el período de las peores masacres en Guatemala fue el jefe de la inteligencia militar (G2), es ahora candidato presidencial. Muchos otros disfrutan de su retiro y mueren tranquilamente en su cama, rodeados de los que los consideran héroes que no hicieron sino cumplir con su deber en el momento debido.

Luis Posada Carriles, terrorista confeso, responsable de muertes, atentados y complots durante decenas de años, se cobija bajo la sombra del ala del águila norteamericana y, a escasas 90 millas del país que ha sido objeto de su obsesiva acción terrorista, Cuba, se mueve con entera libertad y es cortejado por el establishment norteamericano. ¿No deberían los norteamericanos, entonces, ponerse ellos mismos en la lista negra, que anualmente elaboran, de los Estados que apoyan al terrorismo?

Como parte de la parafernalia que el gobierno norteamericano ha impulsado a raíz del asesinato de Bin Laden, el presidente Barak Obama se hizo presente en la llamada Zona Cero en Nueva York, en donde a la par de dejar una ofrenda floral, dijo un breve discurso. En él, a manera de advertencia, dijo: “Estados Unidos nunca olvida”.

Los latinoamericanos tampoco debemos olvidar.

1 comentario:

dago dijo...

Hola Rafael:

En la historia USA matan a los presidentes, a diferencia de América Latina donde se dan "golpes de Estado" gracias a las Embajadas USA.

Se viene a la mente -a raíz de tu artículo sobre los extremos a que llega la disculpa USA de quienes asesinan impunemente- lo que se comentaba en estos días en un programa radiofónico a propósito de la muerte de Osama; según decían los contertulios,los militares iban por OBAMA y dicen haber matado a OSAMA.

De este error ORTOGRÁFICO se deriva que en las próximas elecciones USA podría -para más emoción, unos días antes- aparecer el difunto OSAMA, ¿cabría el milagro? Los Republicanos son muy creyentes y podrían lograrlo.

Un abrazo: Dago.