sábado, 23 de abril de 2016

Turquía 100 años después

Antes de que Turquía existiera como república, esa nación perteneció al Imperio Otomano. Cien años después en diversos países de América Latina se ha conmemorado (traer a la memoria)  los acontecimientos que ocurrieron en 1915. 

Adalberto Santana / Especial para Con Nuestra América

Entre 2015 y 2016, el Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Ankara (Turquía) ha organizado con sus pares en Colombia (Universidad Externado); Costa Rica (Universidad Nacional de Costa Rica); Ecuador (Universidad Central de Ecuador);  Bolivia (Universidad Mayor de San Andrés) y Paraguay (Universidad Nacional de Asunción junto con la Universidad Nihon Gekko) una serie de actividades conmemorativas de aquel histórico acontecimiento que fue la Primera Guerra Mundial  y el colapso del Imperio Otomano.

Sin duda estudiar  y analizar aquellos hechos desde la perspectiva académica, ha sido una rica experiencia que ha permitido comprender quien fue el gran perdedor de aquel conflicto.  No cabe duda que los más afectados fueron los pueblos del antiguo pueblo otomano el cual vivió las mayores consecuencias (una enormidad de víctimas) así como la pérdida de su territorio que quedó en manos de diversas potencias occidentales como Inglaterra, Francia e  Italia.
Concluida la Primera Guerra Mundial, puede caracterizarse como el primer gran enfrentamiento militar del siglo XX entre las principales potencias que hasta ese momento dominaban el Viejo Mundo y que culmina en el año de 1918.  Terminando aquel conflicto que generó aproximadamente más de 10 millones de muertos en Europa, numerosas víctimas y la destrucción de bienes, junto con ello también emergió la actual República de Turquía como un nuevo Estado.

Se sostiene que una de las causas que originaron ese conflicto mundial bélico fue por un lado la preocupación de la Rusia zarista  por la situación prevaleciente en los Balcanes, así como por la influencia que Alemania tenía tanto en  Bulgaria como en Turquía. Situación que posibilitó que las fuerzas germanas y austriacas controlaran el estrecho de los Dardanelos, la principal ruta comercial rusa. Esto sin duda provocó durante el desarrollo de la guerra el estrangulamiento de la economía del imperio zarista. De igual manera el involucrarse Rusia en un conflicto de esa naturaleza, también funcionó internamente como una válvula de escape frente a las contradicciones sociales rusas.

Los protagonistas en esa Primera Guerra Mundial,  fueron por una parte las llamadas Potencias Centrales: Alemania, Austria-Hungría, Turquía (esta última entró al conflicto en noviembre de 1914) y Bulgaria (octubre de 1915). En tanto que en el bloque de los Aliados figuraban: Rusia zarista (quien se retiró en diciembre de 1917), Francia, Gran Bretaña, Italia (ingresó en mayo de 1915), Rumanía (agosto de 1916) y los Estados Unidos (abril de 1917). Vladimir Ilich Lenin caracterizaba aquel momento (23 de agosto de 1915, Sotsial-Demokrat, núm. 44) como un cuadro en el que se hacía presente como elemento central la emergencia del capital monopolista como un hecho internacional. Es decir, era una guerra en la cual el mundo era repartido entre “un puñado de grandes potencias”,  cuya prosperidad era en base al saqueo y opresión de las naciones. De hecho lo que nos estaba diciendo Lenin en 1915 es lo que más tarde, en 1917, va a enunciar en su clásico ensayo El imperialismo, fase superior del capitalismo. En él, menciona en el prólogo  a  las ediciones francesa y alemana, que “la guerra de 1914-1918 ha sido, de ambos lados, una guerra imperialista (esto es, una guerra de conquista, de bandidaje y de rapiña), una guerra por el reparto del mundo, por la partición y el nuevo reparto de las colonias, de las `esferas de influencia` del capital financiero, etc.”.

De esta manera un paralelismo entre la Primera Guerra Mundial en Europa se genera en América Latina y el Caribe en la coyuntura de 1915. Esto es, la similitud del saqueo imperialista en una y otra zona. Pero a su vez es una coyuntura que en la Europa Oriental abre las perspectivas de una revolución social como la que se desarrolla en Rusia, en el caso latinoamericano lo encontramos en México con la llamada Revolución Mexicana. Pero también la nuevas formas de neocolonialismo que van a imperar en algunos  territorios del Imperio Otomano  ocurrirán en otros escenarios caribeños y centroamericanos.

En América Latina y el Caribe  entre 1914 y 1915 se vivían otras situaciones político-militares también muy convulsionadas.  La entrada del siglo XX fue la etapa en que el imperialismo estadounidense ejerció la llamada política del “Gran Garrote”.  Esto es, Washington ejerció una política externa, particularmente hacia la región latinoamericana y del Caribe, basada en el uso de la fuerza. Lo que llevó a una serie de intervenciones militares y políticas en casi todo el continente.

De esta manera lo que encontramos en esa coyuntura generada en 1915, es que a partir de ese momento se acentuó la dominación de Washington en la región latinoamericana. El capital financiero fincó raíces en la estructura económica de la región.

En este contexto de conmemoraciones encontramos cómo cien años después, en 2015, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Ergodan, realizó una gira por cuatro países latinoamericanos: Colombia, Cuba, México y Ecuador (febero de 2016). De esa manera en la  visita de Erdogan a  la región latinoamericana  destacaron la firma de acuerdos de cooperación económica, educativos, turismo y agricultura.

Conviene recordar que en la visita a La Habana de Erdogan, como en las conmemoraciones universitarias  latinoamericanas, se recordó la   relevancia de Mustafa Kermal Atatürk (1881-1938), padre fundador de la actual República de Turquía en 1923 y gestor de las principales ideas de la liberación nacional turca.  Tema que sigue teniendo una gran vigencia en los inicios del siglo XXI, particularmente cuando las ofensivas del terrorismo del Estado Islamico busca la nueva dominación de los pueblos de Siria, Afganistán e Irak. Así, las palabras de Ataturk, cobran nuevamente gran significado. Por ejemplo,  cuando señalaba en 1924:   “Las instituciones fundadas en la esclavitud de las naciones están condenadas a ser destruidas en cualquier lugar”.

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