sábado, 3 de octubre de 2015

A cien años del Congreso Pedagógico: Magisterio y revolución

El destacado papel que tuvo el magisterio en las transformaciones revolucionarias de Yucatán es de valorarse, no sólo como un hecho histórico, sino como la muestra de la importancia de quienes tienen a su cargo la formación de las nuevas generaciones mediante la entrega de su esfuerzo y vocación.

Cristóbal León Campos* / Especial para Con Nuestra América
Desde Yucatán, México

"Salvador Alvarado", mural de Fernando Castro Pacheco.
I

La llegada del general Salvador Alvarado en 1915 a Yucatán, marcó el inicio de una nueva época histórica, significó la consolidación del proyecto revolucionario y la consumación de grandes aspiraciones sociales que se venían anhelando desde los años de la dictadura porfirista. En el contexto yucateco, Salvador Alvarado encontró desde el inicio las condiciones necesarias para poder materializar las transformaciones económicas, sociales y culturales que la entidad requería. La condición de estadista del general sinaloense se refleja en su sensibilidad y audacia para escuchar y retomar las demandas sociales que se venían cultivando en Yucatán, abrió los ojos y escucho de manera positiva las experiencias revolucionarias que le precedían, quedando estas manifiestas en las leyes y decretos que durante su gobierno promulgó. Es decir, Salvador Alvarado reorganizó en materia legal las estructuras del Estado, preparando el camino para las futuras contribuciones que de su gobierno emanarían a la Constitución de 1917 y a la Constitución del Estado de 1918. Las “Cinco Leyes Hermanas” y las subsecuentes leyes en materia educativa son el aporte principal del gobernador precosntitucional, leyes que se nutrieron de las voces de los actores sociales involucrados, un ejercicio que debe servir de ejemplo, debido a que Alvarado supo hacer participes a los sectores necesitados de su propia mejoría, incrementando una serie de mecanismo y abriendo canales de expresión social, por ello sus reformas legales tuvieron la aceptación, pues no son leyes implementadas por decreto de arriba hacia abajo, muy al contrario, son la expresión jurídica de la palabra de obreros, campesinos y sobre todo maestros revolucionarios. Como ejemplo, uno de esos canales de expresión abiertos fue el Congreso Pedagógico celebrado del 11 al 16 de septiembre de 1915, donde se dio cause a todo el movimiento magisterial revolucionario que en Yucatán llevaba décadas organizándose y pugnando por una mejor educación.

II

Desde años antes de la llegada del general Salvador Alvarado a Yucatán, se venían manifestando una serie de inconformidades sociales y políticas, que serían base en las transformaciones revolucionarias. Desde 1907 se había creado la Unión de Obreros Ferrocarrileros en la que tuvo una participación decisiva Héctor Victoria Aguilar, siendo impulsor de mejoras laborales y diputado del Congreso Constituyente de 1916-1917. Su valiosa aportación puede observarse en la Ley del Trabajo de 1915 promulgada por Salvador Alvarado, ley que recoge las demandas del grupo de obreros ferrocarrileros que en 1911 habían realizado la primera huelga con esperanza de alcanzar mejoras en su vida laboral y cotidiana. En el caso educativo, el 23 de noviembre de 1912 se había fundado la Unión de Profesores de Yucatán, cuyo presidente fundador fue al profesor Vicente Gamboa Araujo. Esta agrupación tuvo como objetivo el mejoramiento de la enseñanza y la condición social del profesorado yucateco, fomentando el intercambio de ideas, la confraternidad y la protección de los intereses comunes, mediante la dignificación de los profesores. La agrupación se caracterizó por su elevado empeño en mejorar la educación en el estado. Para ello organizó “conferencias pedagógicas” impartidas por los más destacados profesores del momento, quienes daban a conocer los avances teóricos y sus experiencias en los diferentes sistemas educativos. También fomentaba la defensa de los derechos laborales del magisterio y los valores patrióticos. Una de sus principales medidas para contribuir a la difusión y discusión de las ideas educativas fue la edición de una revista mensual dirigida por el profesor Albino J. Lope titulada El Paladín Escolar. Todas estas acciones ubicaron al magisterio en una posición primordial durante las primeras décadas del siglo XX, por lo que los profesores se convirtieron en actores fundamentales para la construcción de los ideales revolucionarios en todo Yucatán.

III

El Congreso Pedagógico de 1915 tuvo como sede el Teatro “José Peón Contreras”, albergando a más de dos mil profesores de los diferentes partidos que componían la geografía política de Yucatán en esos años, hombres y mujeres consagrados a la misión de enseñar, pudieron expresar, debatir y contribuir a las reformas educativas que tanto habían anhelado. Los días que duró el Congreso Pedagógico fueron de elevada agitación magisterial, las posturas y la expresión de las diferentes corrientes ideológicas y de las últimas teorías pedagógicas fueron el aliciente para mantener el ánimo y a la atención de la sociedad en el devenir de la educación, las páginas de La Voz de la Revolución, cubrieron los pormenores y publicaron importantes debates entre los profesores.

Como testimonio de dicho evento se publicó la Reseña histórica del Primer Congreso Pedagógico de Yucatán, bajo la coordinación del ameritado profesor Rodolfo Menéndez de la Peña, quien además, tuvo a su cargo la organización general del Congreso. Las memorias dan muestra de la relevancia de la discusión, en ella se publicaron los discursos inaugurales y de clausura dictados por Salvador Alvarado y por Rodolfo Menéndez, pero además, incluye el listado de los profesores participantes con dados sobre su escuela de origen y partido al que pertenecían, además, da a conocer las principales contribuciones en materia de discusión, pueden leerse las intervenciones de los profesores José de la Luz Mena, Candelaria Ruz Patrón, Agustín Franco, Rodolfo Menéndez, Vicente Gamboa Araujo, entre otros. Los debates acontecidos durante el Congreso sirvieron de base a las transformaciones futuras, entre los principales temas analizados podemos citar a la educación mixta, la enseñanza agrícola, la escuela racionalista y la educación rural. De igual forma se dio inicio a discusiones que años más tarde se verían materializadas como por ejemplo, el lugar de la mujer en la sociedad y la enseñanza que de manera particular recibía, pues recordemos que meses más tarde, en enero de 1916 tendría lugar el Primero Congreso Feminista, en el que destacadas profesoras llevarían la vanguardia en las propuestas.

IV

El 16 de septiembre de 1915, al finalizar el Primer Congreso Pedagógico, Salvador Alvarado pronunció un discurso dirigido al magisterio, en el cual, lo alienta para cumplir el que consideraba era el más grande deber de la Revolución: “Ustedes traicionarán a la Patria, si no cumplen con su deber; al maestro está encomendada la redención del pueblo y para ello no deben escatimar ni energías ni oportunidad que yo, por mi parte, lo abandono todo para hacer girar el volante del Progreso que tiene como eje la educación primaria. La mejor política; de un gobierno es la protección a la escuela y al maestro, es mi política, contad con ello”.

Con la misma fuerza y seguridad les encomienda la tarea a realizar con su accionar pedagógico por todo el Estado: “la cuestión palpitante, la cuestión capital, es la cultura del niño; ese es el problema nacional y ustedes son los estadistas encargados de darle solución”. Con la certidumbre de que en la niñez esta el porvenir del país, y de la necesidad de que el magisterio se comprometa con la sociedad, contribuyendo a enmendar el daño causado por tantas décadas de abandono Alvarado sentencia con su sapiencia de estadista: “Hecho grande el maestro, recoja su escudo y tiéndale la mano al analfabeta, sacándole de la ignominia, de su ignorancia, como dijera el señor profesor Menéndez, porque, de otro modo, seréis culpables, señores, si por vuestro abandono deja de salir de los campos o de los pueblos un Juárez, un Altamirano o un Ocampo de los muchos escondidos en el mundo de los olvidados”.

Las sabias palabras del general sinaloense, a pesar de que fueron pronunciadas a principios del siglo pasado, mantienen hoy una enorme vigencia, por ser unos de los pendientes más importantes el otorgar educación a cada niño del país, y por ser el magisterio quien a su cargo tiene tan importante deber, el cual, debe ser cumplido con el compromiso que nuestros tiempos reclaman y sin claudicación, con la seguridad de que se está contribuyendo a conformar un mejor país. El destacado papel que tuvo el magisterio en las transformaciones revolucionarias de la entidad es de valorarse, no sólo como un hecho histórico, sino como la muestra de la importancia de quienes tienen a su cargo la formación de las nuevas generaciones mediante la entrega de su esfuerzo y vocación.




* Antropólogo, Coordinador Técnico de la Casa de la Historia de la Educación de Yucatán

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