sábado, 1 de noviembre de 2014

Huellas insustentables

Es necesario proceder con cautela con la ‘huella ecológica’. A nivel planetario, esconde toda suerte de inequidades de consumo de energía, que deben servir para atacar el comercio internacional y a la Organización Mundial del Comercio (OMC) como factores cruciales de insostenibilidad planetaria.

Fander Falconí / El Telégrafo (Ecuador)

Nunca antes habíamos gozado de tanto desarrollo, afirman los apologetas del capitalismo, defendiendo implícitamente la pertinencia del Producto Interno Bruto (PIB) y sus valoraciones monetarias para medir el bienestar.

Sin embargo, con mediciones físicas, es decir no monetarias, la ONG Global Footprint Network nos alerta que en los ocho primeros meses de 2014 el planeta Tierra ya agotó su ‘presupuesto ecológico’ para todo el año y en los cuatro meses restantes solo nos queda sobregirarnos. Dicho de otra manera, a nivel global, en dos tercios de año las demandas de las poblaciones superan la capacidad de todo el año de los ecosistemas del mundo para regenerar los recursos extraídos y procesar los residuos causados por la producción, el consumo y la acumulación.

A diferencia de un sobregiro monetario que se lo puede solucionar con un préstamo al banco, el sobregiro ambiental pone en riesgo la supervivencia de la humanidad.

La huella ecológica mide el consumo y los desperdicios de una determinada población en áreas de tierra o agua ecológicamente productivos (bosques, manglares, cultivos, etc.). Es un indicador de impacto ambiental.

Hay personas, ciudades, países o regiones que viven de forma insostenible, pues para subsistir precisan de un espacio mucho más grande que el que ocupan en la realidad. Es la ocupación del espacio ajeno, de una forma gratuita, como lo hacen los países ricos del mundo con sus emisiones excesivas de gases efecto invernadero.

Ahora bien, es necesario proceder con cautela con la ‘huella ecológica’. A nivel planetario, esconde toda suerte de inequidades de consumo de energía, que deben servir para atacar el comercio internacional y a la Organización Mundial del Comercio (OMC) como factores cruciales de insostenibilidad planetaria. También oculta la injusta división internacional del trabajo: países empobrecidos que, debido a los altos consumos de los países ricos y a sus necesidades internas de financiamiento, se ven obligados a extraer en forma creciente sus recursos naturales.

En el ámbito nacional, esconde el tráfico implícito de energía, materiales y recursos que encubre el comercio internacional, con lo que se logra que países importadores de materias primas tengan una huella limpia, mientras que la huella de los que los exportan tiene la talla de basquetbolista.

Esto plantea la necesidad de contabilizar en forma adecuada la extracción, transporte y consumo de los recursos naturales.

Como ya lo señalaron los premios Nobel de Economía Joseph Stiglitz, Amartya Sen y Jean-Paul Fitoussy en el Informe de la Comisión sobre la Medición del Desarrollo Económico y del Progreso Social (a la comisión se le encargó en 2008 la tarea de determinar los límites del PIB como indicador de los resultados económicos y del progreso social y proponer nuevos instrumentos de medición), irse al otro extremo de la métrica, es decir de los aspectos monetarios a los físicos, también provoca severos malentendidos.

En todo caso, una distinta economía, articulada con la sociedad y el medio ambiente, requiere una métrica diferente a la del reduccionismo monetario. Esto es clave para diseñar una ecología política desde el Sur.

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