sábado, 9 de noviembre de 2013

Una Honduras Libre para dejar atrás el golpe de Estado

El 24 de noviembre se celebran elecciones presidenciales en Honduras, elecciones que pueden servir para dejar definitivamente atrás el golpe militar, político y económico iniciado contra el pueblo hondureño el 28 de junio de 2009 cuando fuerzas militares detuvieron y sacaron del país al Presidente legítimo Manuel Zelaya.

Katu Arkonada / ALAI

“Libre propone la reconciliación y la refundación nacional para inaugurar una nueva era de paz, de diálogo, de grandes acuerdos sociales, de libertad, de prosperidad y de ideas en democracia”. Xiomara Castro

Xiomara Castro, candidata del Partido Libre
En un continente con una historia de golpes militares y democracias excluyentes, no es casualidad que el primer golpe de Estado del siglo XXI se diera en la patria de Morazán, que a pesar de tener un presidente de centro-izquierda del Partido Liberal, había conseguido que en 2008 la mayoría del Congreso (con la abstención del Partido Nacional) aprobara la incorporación de Honduras a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA).

Después del golpe de Estado se conformó el Frente Nacional de Resistencia Popular, germen y núcleo de lo que vendría a constituirse después, la formación política Libre (Libertad y Refundación), nacida para impulsar la candidatura presidencial de Xiomara Castro, esposa y compañera de Mel Zelaya.

Hoy Libre, una confluencia de movimientos sociales y sectores liberales zelayistas, puede venir a romper en Honduras el bipartidismo tradicional entre el Partido Liberal y el Partido Nacional, dejando atrás el golpe de Estado no resuelto con la victoria en noviembre de 2009 del actual Presidente Porfirio Lobo, del Partido Nacional. Xiomara Castro se mantiene desde junio 10 puntos arriba en las encuestas de intención de voto, aunque en las últimas semanas las encuestadoras hablan de un empate técnico con Juan Orlando Hernández, Presidente del Congreso y candidato del Partido Nacional.

El golpe de Estado continúa

Cuando se escribe que el golpe de Estado no ha terminado, no es simple retórica. En las últimas semanas han sido innumerables ataques los que está sufriendo Libre por parte del paramilitarismo con nexos con algunas elites políticas y económicas.

El último asesinato se produjo el 23 de octubre, cuando el ex camarógrafo de Zelaya y militante de Libre Manuel Murillo fue baleado después de que le hubiesen sido otorgadas medidas cautelares por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, medidas motivadas por un secuestro al que había sido sometido por fuerzas policiales.

En días recientes, la ex Vicecanciller de Zelaya y candidata a diputada por Libre Beatriz Valle, ha denunciado amenazas de muerte contra su persona y la intención de abandonar Honduras tras reunirse con el Fiscal General. Desde la Alianza hondureña por los Derechos Humanos se ha señalado como responsables de estas amenazas de muerte a grupos económicos con nexos con el Partido Nacional y Liberal[1].

Pero la persecución política no es únicamente contra Libre, sino también contra los movimientos sociales en su conjunto. En septiembre se dictó una orden de prisión contra la luchadora social Bertha Cáceres, coordinadora del Consejo Cívico de Organizaciones y Pueblos Indígenas de Honduras (COPINH), defensora del agua, los ríos y la cultura del pueblo Lenca, acusada de usurpación, coacciones y daños contra la empresa Desarrollos Energéticos, que construye una hidroeléctrica en la comunidad indígena lenca de Rio Blanco[2].

Por si no fuera poco las agresiones directas, hay otros indicadores quizás un poco más sutiles, pero no menos preocupantes. Romeo Vásquez Velásquez, militar directamente implicado en el golpe de 2009, hoy es candidato presidencial por la Alianza Patriótica Hondureña con declaraciones como esta: “si por hacer prevalecer la Constitución en mi país la gente me considera golpista, entonces lo soy”[3]. Uno de los candidatos a diputado de Vásquez Velásquez es Billy Joya, ex miembro del tristemente famoso Batallón de Inteligencia 3-36, grupo paramilitar de las Fuerzas Armadas acusado de numerosos secuestros y desapariciones en la década de los ochenta.

Asimismo en agosto el Parlamento hondureño aprobó la Ley de la Policía Militar del Orden Público (PMOP), ley que Libre ha denunciado como inconstitucional, y que bajo la excusa de combatir la delincuencia y el crimen organizado, militariza la policía convirtiendo Honduras en un territorio bajo estado de excepción permanente. Algo similar expresa la Declaración de la Plataforma del movimiento social y popular de Honduras reunido en la ciudad de Siguatepeque los pasados 2 y 3 de noviembre: “Rechazamos el proyecto militarista y represivo del gobierno y que el candidato oficialista a la presidencia de la Republica se ha dedicado a promover y a profundizar la violencia y pobreza,  impulsando desde el congreso nacional la aprobación de nuevas leyes, acciones ilegales encaminadas a terminar con la escasa  institucionalidad formal y la creación de nuevos cuerpos armados y  entrenados para intimidar y reprimir a dirigentes,  luchadores-luchadoras, comunidades y organizaciones populares en general.”

Plan de gobierno de Libre

Esa misma Declaración denuncia “la profundización del despojo y saqueo de los bienes comunes y recursos de nuestras comunidades, promovida por las grandes corporaciones nacionales y transnacionales coludidas con el gobierno, con el argumento de impulsar un desarrollo que desconocemos porque solo enriquece a unos pocos a costa del empobrecimiento de la mayoría de la población, el incremento de las desigualdades sociales y el deterioro de la vida en el planeta.”

Además, el movimiento social y popular hondureño propone una Asamblea Constituyente que refunde el país, un modelo económico alternativo al neoliberalismo y el rescate de lo público. Estas demandas coinciden con los ejes centrales del Plan de Gobierno de Libre, recientemente presentado por Xiomara Castro. El Plan se ubica en una lectura de la situación política en la que Honduras, según datos de Naciones Unidas, había conseguido bajar la pobreza entre 2006 y 2009 por debajo del 60%, porcentaje que desde 2010 comenzó a subir de nuevo, estando actualmente en torno al 68%. Asimismo se ha producido en los últimos cuatro años una desaceleración económica, unida a una reducción de los ingresos del Estado (disminución de 3.4 puntos porcentuales del PIB).

Ante esta dramática situación, Libre propone un Pacto Social incluyente y una Asamblea Nacional Constituyente que refunde el país mediante una nueva estructura estatal y un nuevo marco jurídico e institucional. Libre propone también el concepto de socialismo democrático y su plan cuenta con tres ejes transversales, el de los Derechos Humanos, la Igualdad y Equidad de Género y la Descentralización del Estado.

Además, el Plan de Gobierno cuenta con siete ejes sectoriales, el de desarrollo humano sostenible que tenga como centro tanto al ser humano como a la naturaleza; un modelo económico alternativo que propone una reestructuración integral de la política fiscal; el eje de desarrollo agroforestal que incluye la soberanía alimentaria; seguridad ciudadana democrática, que frente a la Policía Militar propone una Policía Civil Comunitaria; el eje de ambiente, cambio climático y energía; el de las Relaciones Internacionales y la Cooperación, que toma prestado el concepto boliviano de Diplomacia de los Pueblos; y finalmente un séptimo eje dedicado a las infraestructuras necesarias.

Una mirada hacia delante

Parece evidente que el golpe de Estado en Honduras provocó una pérdida de soberanía en todos los terrenos, político, económico e incluso territorial, pues ya se ha anunciado que los Estados Unidos planean construir la mayor base militar de América Latina[4] (ya tienen dos en Palmerola y Mosquitia) en suelo hondureño.

Por lo tanto no solo el valiente pueblo hondureño que salió a las calles a protestar contra el golpe de Estado (y fue masacrado por ello) se juega mucho en estas elecciones, sino también el conjunto de Centroamérica y por extensión el conjunto de América Latina, pues Honduras se puede convertir en un elemento clave de orden geopolítico para inclinar la tensa balanza entre una Alianza del Pacifico que busca erosionar los procesos de integración continental, y un ALBA que buscan reafirmar un orden geopolítico multipolar que mire más hacia el Sur y fomente procesos posneoliberales.

Ahora es cuando, hay que aprovechar la oportunidad abierta por el golpe, que es en realidad el que ha destrozado el bipartidismo y los tradicionales equilibrios de poder, abriendo una ventana de oportunidad para desterrar definitivamente el golpe de Estado y construir una sociedad más libre, soberana y con justicia social que pueda incorporarse al proceso de integración latinoamericana.

La posibilidad de que Xiomara Castro y Libre ganen las elecciones y las elites políticas y económicas desconozcan los resultados, o el poder militar (que controla el traslado de las urnas del campo a Tegucigalpa la noche electoral) dé un nuevo golpe de Estado por más que sea blando o encubierto, están ahí, y por eso es importante que la comunidad internacional esté alerta. Ya se están organizando las delegaciones internacionales que acompañaran el proceso electoral, tanto a nivel político como de la sociedad civil.

Por si no fueran poco los obstáculos, tanto el Tribunal Supremo Electoral, como el Registro Nacional de Personas, ambas instituciones necesarias para llevar a cabo el proceso electoral, están conformadas por miembros de los partidos Nacional y Liberal, sin presencia de militantes o simpatizantes de Libre, lo que obstaculiza aún más si cabe el normal desarrollo de las elecciones presidenciales.

Todavía nos duele Honduras, hagamos que sea el último golpe de Estado de una América Latina que recupera su dignidad y soberanía y emprende camino hacia un horizonte posneoliberal y también poscapitalista.

*Gracias a Zulmit Rivera, de la Juventud del Partido Libertad y Refundación (Libre) por los comentarios que han enriquecido este texto.

NOTAS:
[3] Entrevista en Mega Tv http://youtu.be/QUG-1tKdLGU

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