sábado, 25 de septiembre de 2010

Sobre las causas de la violencia: el consumismo

La violencia que vivimos es estructural. No tendrá remedio ni con más soldados, ni más policías, ni más barcos, ni más aviones, ni más leyes de mano dura. La violencia que vivimos se cura modificando las causas sustanciales que la generan, y la causa sustancial, primera, genérica, es el sistema hegemónico en el mundo contemporáneo: el capitalismo.
Rafael Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica
rafaelcuevasmolina@hotmail.com
(Ilustración: "Sociedad de consumo", de Josep Renau)
Constantemente aparecen cuestionamientos sobre las causas generadoras de la violencia que asola a América Latina. Para empezar, una verdad de Perogrullo: depende cuál tipo de violencia se esté hablando, porque en la denominación genérica se pierden los matices y las especificidades. La violencia intrafamiliar, por ejemplo, que puede degenerar hasta en la muerte de uno de los cónyuges, generalmente la mujer, es de una naturaleza y calidad distinta de la que se expresa en la matanza de 73 migrantes latinoamericanos en Tamaulipas, México.
Ya sabemos que las formas de violencia de distinto tipo en las que las mujeres son las principales víctimas, derivan en buena medida de los patrones estructurales y de comportamiento de la sociedad patriarcal, en donde éstas ocupan un lugar subordinado, y que considera legítimo disciplinarlas cuando cuestionan o ponen en peligro, de forma real o imaginaria, el orden “natural” de las cosas.
Pero, y ese otro tipo de violencia, la que es el resultado de la organización para delinquir, es decir, para pasar un kilo o dos de cocaína por un aeropuerto o dos toneladas en un camión a través de una frontera terrestre; la que se ejerce para secuestrar a una persona y luego pedir rescate por ella, ya sea una viejita que recibe una escuálida pensión y por la que se piden $40 (como ha sucedido en Guatemala, México, Honduras o Colombia), o un magnate por el que se puede pedir la friolera de un millón de dólares; o la que se expresa en el muchacho adolescente que por $100 o menos mata por encargo. Este tipo de violencia, ¿cuáles son sus causas?
Hay bastante consenso en considerar que las crecientes desigualdades sociales son una causa. Como todos los estudios muestran (PNUD, CEPAL, etc.), en América Latina se ha ensanchado la brecha entre los que más tienen y los que tienen menos.
Pero hay otras que nacen y se desarrollan sobre estas disparidades pero tienen un carácter subjetivo, ideológico, cultural; no son menos importantes y emanan de la naturaleza misma del sistema en el que se existen, es decir, del sistema capitalista en su expresión contemporánea, que es la sociedad de consumo.
La sociedad de consumo ha transformado en sentido común que el que tiene es; es decir, que ha transformado en sinónimo ser y tener. Esta situación no es nueva. Ya en 1844 Karl Marx analizó en los Gründisse aquello que llamó la enajenación y dijo, en resumidas cuentas, lo que hemos apuntado más arriba, que el sistema capitalista invertía las cosas y entendía la esencia del ser humano como lo aparente y lo aparente como lo esencial.
Bombardeada día y noche por mensajes directos y subliminales la gente ha llegado a creer que tener el último modelo de automóvil, la casa en el lugar más exclusivo y el teléfono móvil de última generación no solo los hará “ser alguien” sino, además, los hará felices. Por lo tanto, hay que “tener”.
Para tener, sin embargo, hay que poseer recursos económicos y para eso hay que trabajar; pero el trabajo no genera dividendos inmediatos. Generalmente, las personas honradas y trabajadoras llegan a poseer un patrimonio (grande o chico) después de una vida de trabajo. ¿Para qué esperar toda una vida si hay posibilidades de poseer recursos económicos ya, y además de forma abundante, a través de actividades como las anteriormente descritas?
Estudios realizados sobre el uso de bienes y dinero obtenido por acciones ilícitas y violentas muestran que, en la abrumadora mayoría de las veces, se enrumba para la compra de bienes suntuarios como ropa de marca, grandes automóviles último modelo, televisores, teléfonos de última generación y fiestas. Es decir, se usa el dinero obtenido para satisfacer necesidades creadas por la sociedad de consumo. El ratero que roba para sobrevivir y que, eventualmente puede herir o matar a alguien en la acción, es cosa del pasado, es un demodé de las películas en blanco y negro.
La violencia que vivimos es, pues, estructural. No tendrá remedio ni con más soldados, ni más policías, ni más barcos, ni más aviones, ni más leyes de mano dura. La violencia que vivimos se cura modificando las causas sustanciales que la generan, y la causa sustancial, primera, genérica, es el sistema hegemónico en el mundo contemporáneo: el capitalismo.
Puede ser que a muchos esto no les guste, y no están dispuestos a cambiar el orden de cosas porque no les conviene a sus intereses económicos, políticos o de cualquier otro tipo. Pero entonces que no se quejen.

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