domingo, 26 de abril de 2009

Guatemala: ¡Qué difícil es gobernar!

La adversidad nos ha servido de sombra, las situaciones que hemos enfrentado han sido extremadamente difíciles y complicadas y no ha habido un proyecto o un estadista que nos conduzca hacia una salida viable y posible para construir ese otro país menos desigual y excluyente, en paz, no tan centralista, racista paternalista y violento.
Ileana Alamilla* / ALAI
Los 12 años de campaña, antesala de la llegada de Álvaro Colom a la Presidencia, no fueron suficientes para prepararse para gobernar. El equipo que lo acompañó, del que muchas veces alardeó en sus discursos, sigue ausente; el Instituto del que se jactó con frecuencia como el autor del diseño de los planes de gobierno en todas las áreas, fracasó en sus propuestas; sus cuadros fueron insuficientes o tal vez desertaron al ver frustradas sus aspiraciones y se sustituyeron por los acreedores de los favores recibidos por su partido, lo que ha dado como resultado un fracaso en estos 15 meses del ejercicio del poder.
El agobio y la aparente soledad del gobernante, salvo, por supuesto, el inseparable acompañamiento de la primera dama y de sus más cercanos colaboradores, seguramente lo lleva a pensar más de una vez que es muy difícil gobernar.
A Colom le tocó una coyuntura complicada, aunque así la hemos pasado casi toda la vida, tras una desgracia otra, hundiéndonos sin tocar fondo. La adversidad nos ha servido de sombra, las situaciones que hemos enfrentado han sido extremadamente difíciles y complicadas y no ha habido un proyecto o un estadista que nos conduzca hacia una salida viable y posible para construir ese otro país menos desigual y excluyente, en paz, no tan centralista, racista paternalista y violento.
El estado de ánimo colectivo es de malo a sombrío, vivimos con miedo, desconfiamos de los demás, estamos agobiados por la situación económica, social y financiara, sentimos desamparo, tememos a las fuerzas de seguridad, el sistema de justicia, con la Corte Suprema a la cabeza, no es merecedor de confianza ni de respeto, las autoridades nos defraudan con frecuencia, los ofrecimientos nos crispan y las justificaciones nos encolerizan.
El escenario de violencia sistemática se agudizó el primer año de la gestión de Colom; la Procuraduría de los Derechos Humanos reporta que en ese período fueron asesinadas cinco mil 834 personas, por lo que el ombudsman lo califica como el más violento de la historia, que además reportó seis mil 468 lesionados por la violencia y 183 secuestrados, las muertes de mujeres y de pilotos fueron una constante dramática.
Este es el aspecto que más se resiente en las áreas urbanas. Los poderes paralelos, crimen organizado y narcoactividad están posicionados en casi todo el territorio nacional, provocando un severo peligro para el estado de Derecho y la soberanía. Actúan con libertad e impunidad y el Gobierno no tiene capacidad de reacción oportuna y efectiva, a pesar de que el combate a la violencia con inteligencia fue su principal oferta de campaña.
Las decisiones de la actual administración han sido muy desatinadas, y el discurso imputando responsabilidad a sus antecesores produce rechazo.
El Acuerdo Nacional de Seguridad y Justicia es percibido con escepticismo. Sus 101 puntos son el consolidado de distintas propuestas que no ofrecen, en lo inmediato, lo que los gobernados esperan: el principio del fin de la violencia y de una vida sin tanto sobresalto, sin tener que agradecer por la sobre vivencia diaria. ¡Qué difícil es para el presidente responder a la confianza de sus votantes!
*Ileana Alamilla, periodista guatemalteca, es Directora de la Agencia CERIGUA.
http://cerigua.info/portal/

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